el siguiente relato me lo inspiró una escena que he visto repetidas veces a lo largo del tiempo: en una telenovela (no recuerdo si mexicana o venezolana) la cual veía en la década del ochenta una de mis hermanas, luego, una de las tantas versiones de emmanuelle (emmanuelle 2000. being emmanuelle) hecha para la televisión y últimamente cuando leí la obra "enrique de ofterdingen" de novalis, publicada póstumamente en 1802.
la ciencia un tanto errática pero siempre predecible del clima anunciaba ya desde agosto que un mega fenómeno del niño se iba a manifestar en los meses de octubre y noviembre, pero como hasta fines de diciembre no estaba en su máximo punto, a un confiado césar se le ocurrió viajar de sur a norte por la carretera justo a las cinco de la tarde en lugar de hacerlo a las cuatro o cinco de la madrugada en los primeros días de enero del siguiente año para visitar la casa paterna que quedaba en el campo.
césar era también el primero de la familia que había abandonado su terruño rural para buscarse un futuro en la gran ciudad y ahora regresaba luego de varios años para visitar y compartir sus éxitos, luego de épocas de sacrificios y privaciones, con la familia.
-debí salir más temprano, pero una y otra cosa hicieron que me demore y ya empezó a garuar. -se dijo así mismo un tanto molesto.
en realidad la garúa iba a ser el menor de sus problemas pues tuvo que aminorar la velocidad porque una señalética le anunció que entraba a zona de neblina. césar entonces tuvo que viajar tan sólo a 20 km/h y con los faros prendidos. esto haría que se demore aún más. a su favor -según él- es que confiaba mucho en su land rover que iba conduciendo.
luego de unos interminables veinticinco minutos por fin atravesó la zona de neblina pero la fina y persistente garúa se había convertido en lluvia y el limpiaparabrisas trabajaba al máximo. lo otro es que si bien en verano se tarda una hora más en ponerse oscuro, él ya estaba viendo sendos nubarrones negros que no presagiaban nada bueno.
algunos kilómetros más adelante tuvo que desviarse de la bien asfaltada carretera principal e internarse en un brazo adyacente de la misma que estaba en pésimas condiciones pues, por trechos la vía estaba asfaltada y por otros simplemente había tierra asentada. la lluvia ya era un fuerte temporal y el camino estaba alumbrado por un poste de luz cada cien metros.
-supongo que ya es tarde para lamentarse de no haber utilizado el bus interprovincial. ¡todo está tan oscuro, prácticamente no veo nada! y encima, esto es un auténtico diluvio. -se quejaba césar.
transcurrido un kilómetro de recorrido en estas difíciles condiciones se extrañó por no divisar coches que vengan de regreso por la vía alterna y más bien se sorprendió con los primero truenos y relámpagos que caían.
-¡pero qué...! -fue lo que dijo al ver un viejo y pesado árbol de algarrobo obstruyendo el camino y decidió bordearlo para proseguir, pero, cosa rara, no sentía mucha tracción en los neumáticos. se detuvo y al mirar hacia abajo luego de abrir la puerta vio que el nivel de las aguas se acercaba peligrosamente a la mitad de los neumáticos y al inclinarse e impulsarse un poco sobre la puerta para ver mejor lo que sucedía más adelante se asustó con la crecida del río el cual se desbordaba por algunas partes.
-¡por todos los dioses, tengo que retroceder! el río se ha llevado de encuentro el puente y se ha salido de madre. ¡con razón no veía coches que vinieran de regreso!
con la poca tracción que aún tenía, césar puso reversa y ya en suelo firme dio la vuelta y avanzó hasta un recodo el cual anteriormente había pasado y se internó en él. luego de conducir medio kilómetro se le apareció lo que parecía ser la silueteada forma negruzca de una rústica cabaña y se dirigió hacia ella. al llegar se bajó del coche y todo empapado por el diluvio que tenía encima tocó fuertemente la puerta. luego de un rato ésta se abrió y asomó el rostro de una mujer de unos treinta años.
-señora, le suplico que me dé refugio. vengo de la capital y mi intención era visitar a mi familia pero al parecer el río ha destruido el puente y no puedo proseguir. me quedaría en mi coche pero están cayendo relámpagos y cualquier cosa puede pasar. mi nombre es césar.
-pase. me temo que no tengo mucho que ofrecerle. no tengo electricidad y los leños están mojados; tan sólo hay una vela pero no tengo cerillos. es una lástima lo del puente. una delegación de la comunidad fue donde la autoridad gubernamental para que descolmatase las zonas donde están los puentes que hay en los ríos, pero ya sabe como es esto, hicieron un trabajo a medias aduciendo que no hay la maquinaria ni el dinero suficiente para terminarlo. mi nombre es ada.
césar tenía un encendedor y con él prendió la vela que le ofreció su interlocutora. ella era una mujer de largos cabellos negros y tenía la piel cobriza. "piel canela" como dirían con cariño los lugareños. ella vestía una larga túnica blanca con la cual acostumbraba dormir. ya con la pequeña luz que emanaba de la vela, césar se percató mejor que estaba ante un ambiente muy modesto, por no decir pobre. con la vista quiso encontrar una silla donde sentarse pero sólo vio un espacio desocupado y más allá, la cama. se quedó de pie pensando como esperando a que ada se decidiese a hacer algo.
-desvístase -le dijo ada sacándolo de su ensimismamiento y agregó,- y no se apene por mí. tiene que hacerlo porque le puede dar una neumonía si sigue con esa ropa mojada puesta.
él se desnudó por completo y ada le alcanzó unas mantas hechas de tocuyo para que se secase; luego él trataría de secarse la espalda pero al ser las mantas no tan grandes tuvo dificultad para hacerlo. ada le sugirió que se echase boca abajo en la cama para que ella lo pueda secar mejor y así lo hizo él.
ya echado a lo largo de la cama ada se le acercó y le friccionó fuertemente la espalda, glúteos y piernas. y no contenta con eso, se subió a la cama y colocándose a horcajadas encima de él friccionó fuerte pero lentamente la espalda, hombros, antebrazos y brazos hasta sentir que estaban lo suficientemente secos. tan sólo quedaba secarle el cabello y para esto se deshizo de las mantas húmedas tirándolas a un lado de la cama y sacándose por la cabeza la larga túnica que vestía, la dobló en varias partes y friccionó con ella el cabello de césar hasta dejarlo igualmente seco. él, ya desde un primer momento cuando ella se sentó a horcajadas sobre la parte baja de su espalda notó que no tenía bragas.
la túnica húmeda corrió la misma suerte que las mantas y terminó apartada a un lado. ada masajeaba repetidas veces con sus propias manos la espalda, hombros, antebrazos y brazos de césar el cual por su parte no decía nada y se dedicaba a sentir muy placenteramente el cuidado que le dispensaba ella. al final, ada se inclinó sobre él haciendo que sus senos rozaran repetidas veces sobre su espalda. césar notó sus pezones endurecidos sobre él y considerando que ya tenía suficiente giró su cuerpo desnudo y la tuvo frente a él.
ada se inclinó sobre césar y se besaron muchas veces en un silencio tan sólo alterado por el acribillamiento de las gotas de agua que caían sobre el techo y los truenos que se escuchaban un tanto cerca; luego, ella acercaría su cuerpo un poco más, de tal manera que sus senos quedaron a la altura de la boca de césar para que los disfrute a discreción. cuando él se satisfizo, le encajó el miembro viril ayudado por la misma ada, la cual finalmente se puso a cabalgar frenéticamente sobre su cuerpo haciendo sonar desmedidamente el somier del viejo catre dando gemidos y diciendo frases entrecortadas.
ellos se amaron hasta quedar rendidos y satisfechos, con césar plácidamente dormido debido al agotamiento.
al despertarse a la mañana siguiente se sintió un poco desorientado sobre el lugar donde estaba y al recordarlo todo buscó con la vista a ada a la cual no encontró. se paró y se vistió con la ropa todavía un tanto húmeda.
-pero, ¿a dónde se habrá ido? -se dijo mientras miraba alrededor suyo.
luego le llamó la atención una pequeña tarjeta blanca que estaba junto a la vela, la cual al levantarla, leyó lo siguiente en la parte que había permanecido oculta a sus ojos:
"recuerdo de sus padres de quien en vida fuera ada josefa reyes valverde a la que dios tenga en su santa gloria al conmemorarse el primer mes de su sensible fallecimiento...".
siempre es mejor un fantasma que un súcubo, o íncubo o como se llamen esos
ResponderEliminarsaludos
Ese viejo somier llevará grabado en su memoria ese cabalgar y esos gemidos.
EliminarUn placer leerte, DRACO.
Un beso.
respuesta a jinquer:
Eliminartodo el ambiente era tan obscuro que el final tuvo un remate espectral.
saludos.
respuesta a maría perlada:
Eliminarde hecho creo que ese viejo somier sonará y crujirá noche tras noche acompañado por extraños gemidos...
un beso.
Me animo a decir que es el texto que más me ha gustado de este blog.
ResponderEliminarFelicitaciones.
Un abrazo.
HD
me alegra mucho saber que te ha gustado.
Eliminarun abrazo también para ti.
¡Tómala barbón, hizo el amor con una muerta! Creo que esa Ada en vida fue coscolina, mira tú que hacer el amor con un extraño no habla bien de ella aunque sea fantasma.
ResponderEliminarBeso DRACO
no es que fuera coscolina. lo que pasó fue producto de las especiales circunstancias que estaban viviendo y además todo fue para evitar que el muchacho se fuera a resfriar. sí, claro, je.
Eliminarbesos.
César tiene que estar muy agradecido con Ada.
ResponderEliminarQuien lo recibió en su casa y con sus tan especiales cuidados, lo salvó de una neumonía, de un enfriamiento serio.
Luego se fue porque el día no le era propicio o porque César ya no la necesitaba.
Me gusta lo intenso de la historia.
Saludos.
ada sí que sabía recibir muy bien a sus invitados, je.
Eliminarsaludos.