por: milagros olivera
gricel
autores: josé maría contursi y m. mores.
no debí pensar jamás
en lograr tu corazón.
y sin embargo te busqué
hasta que un día te encontré
y con mis besos te aturdí
sin importarme que eras buena.
tu ilusión fue de cristal,
se rompió cuando partí,
pues nunca, nunca más volví.
¡qué amarga fue tu pena!
¡no te olvides de mí.
de tu gricel!
me dijiste al besar
el cristo aquel.
y hoy que vivo enloquecido
porque no te olvidé,
ni te acuerdas de mí,
gricel, gricel.
me faltó después tu voz
y el calor de tu mirar,
y como un loco te busqué
pero ya nunca te encontré
y en otros besos me aturdí:
mi vida toda fue un engaño.
¿qué será, gricel, de mí?
se cumplió la ley de dios,
porque sus culpas ya pagó
quien te hizo tanto daño.
cuando ingresó a radio stentor y miró sus ojos confusos, con algo de melancolía y mucho de soledad, josé maría contursi decidió que había llegado el momento de amar. con su esposa tenía un compromiso, un pacto intrínseco de responsabilidad, de no dejarla, porque a él lo había abandonado su padre cuando era niño y él, en medio del desamor, no quería abandonarla.
pero con gricel fue diferente. a ella la podía amar y, además, la podía dejar. porque no hay amor sin abandono, y no hay abandono sin recuerdos. y sólo ahí, en la remembranza con dolor, se mantiene vivo el amor. gricel viganó era una mujer hermosa, de cabello castaño y manos suaves. no había quien al conocerla, no la deseara en secreto; así que contursi, tras saber de ella, la deseaba abiertamente para marcar diferencia de los pequeños galanetes que intentaban -sin éxito- conquistar a la muchacha de 16 años, que ganaba concursos de belleza y que pocas veces se ofendía.
pero gricel, que andaba en buenos aires de visita, lo amó por un corto tiempo. intenso, eso sí, pero corto a las finales, por lo que al regresar a capilla del monte, en córdoba, ella sólo atinó a llorar. y, claro, sufría porque se sabía dejada, entendía que contursi no podía quedarse con ella, porque era casado y tenía hijos y le había dicho que la amaba, pero quizá, como en un tango, ella escuchó lo que quiso escuchar.
la desilusión duró poco. él, que la quiso y la dejó con la soltura y convicción de quien se sabe poderoso, de quien conoce y aprovecha la miseria ajena, la necesitaba. es cierto, la amaba como nunca amó a su esposa, siquiera a sus hijos, por eso, cuando le diagnosticaron fiebre intestinal, lejos de preocuparse, contursi fue sinceramente feliz, pues la receta era idónea: debía ausentarse por un tiempo en capilla del monte, donde el clima era propicio para su salud. y, además, donde vivía gricel, que para esa época estaba más hermosa y más buena y más misericordiosa que nunca.
retomaron el romance. Ella lo quiso como si el período sin verse nunca hubiese existido. lo quiso también como si tuviera la certeza de que él se quedaría a su lado, ahi en capilla del monte, para siempre, o que, en el mejor de los casos, viviría a su lado en buenos aires, donde contursi ya había alcanzado cierta fama gracias al tango. por eso su sorpresa fue tal cuando él volvió a buenos aires.
tuvo que inventar otra fiebre intestinal para regresar a córdoba para visitar a gricel. fue un período más corto que el anterior, con una partida más trágica que la primera. contursi volvió a la capital con una decisión tomada: debía volver al lado de su esposa. sin mayor reparo, se marchó. sin pena, sin nada. sin promesas que quizá nunca cumpliría. sin siquiera eso. falsas promesas.
y tras un tiempo, nuevamente, contursi se sintió miserable. un tango, acaso tres, le escribió durante la penumbra, al recordar sus manos suaves acariciando su cabello, al recordar su rostro cuando lo vio partir. al recordarse él, tan inmune a la soledad, tan gricel, tan buena siempre. contursi la recordaba en el tango que llevaba el nombre de la joven a la que hizo llorar. en capilla del monte, los vecinos, que la conocían como la dulce gricel, la llamaban ahora gricel, la del tango.
sombras nada más
autores: josé maría contursi y f. lamuto.
sombras nada más
entre tu vida y mi vida
sombras nada más
entre tu amor y mi amor.
quisiera abrir lentamente mis venas,
mi sangre todo verterla a tus pies,
para poderte demostrar
que más no puedo amar,
y entonces, morir después.
y sin embargo tus ojos azules
azul que tiene el cielo y el mar,
viven cerrados para mí
sin ver que estoy aquí,
perdido en mi soledad.
sombras nada más
acariciando mis manos.
sombras nada más
en el temblor de mi voz.
pude ser feliz
y estoy en vida muriendo,
y entre lágrimas viviendo
el pasaje más horrendo
de este drama sin final.
sombras nada más
entre tu vida y mi vida
sombras nada más
entre tu amor y mi amor.
¡qué breve fue tu presencia en mi hastío!
¡qué tibias fueron tus manos, tu voz!
como luciérnagas llegó tu luz
y disipó las sombras de mi rincón.
vinieron tres tangos más: verdemar, sombras nada más y cristal. en estas letras las experiencias se entrelazan, con retazos que terminan que terminan de construir la historia de josé maría contursi, en la que hizo protagonista a la muchacha de manos suaves de capilla del monte, que, cansada de esperarlo, se casó con jorge camba, con quien tuvo una hija y quien las abandonó por irse con otra mujer.
verdemar
autores: josé maría contursi y carlos di sarli.
verdemar... verdemar...
se llenaron de silencio tus pupilas;
te perdí, verdemar;
tus manos amarillas, tus labos sin color
y el frío de la noche sobre mi corazón.
faltas tú, ya no estás,
se apagaron tus pupilas... verdemar...
te encontré sin pensarlo
y alegré mis días,
olvidando la angustia
de las horas mías;
pero luego la vida se ensañó contigo
y en tus labios, mis besos
se morían de frío.
y ahora, ¿qué rumbo tomaré?
caminos sin auroras
me pierden otra vez.
volverás, verdemar...
es el alma que presiente tu retorno.
llegarás... llegarás...
por un camino blanco
tu espíritu vendrá
buscando mi cansancio
y aquí me encontrarás.
faltas tú, ya no estás.
se apagaron tus pupilas,
verdemar.
ella murió en 1994. contursi en 1972. estando tan sola como siempre y además con una hija, y habiendo enviudado él, decidieron, al fin, estar juntos. contursi, que para esa época además de famoso era alcohólico, quiso ser salvado por gricel, con quien fue a vivir a capilla del monte por más de cuatro años. pero llegó el 11 de mayo de 1972 y a contursi ya ni gricel podía salvarlo de la muerte. dieciocho años más tarde, ella le dio el alcance y posó sus manos suaves sobre las de él.
Que bella historia de amor, digna de un tango.
ResponderEliminarAunque te diré un secreto aquí entre nos, no me gustan los tangos pero no se lo digas a nadie, shhh!
beso DRACO
jeje, no os preocupeís, por mí nadie lo sabrá. besos.
EliminarDile a La Malqurida que lea las letras de Mariano Mores. Son muy bonitas y su música también. Hay tangos de otros autores que a mi tampoco me gustan
ResponderEliminarSaludos
en verdad que sí, que las letras de mariano mores en tangos como "uno" -donde discépolo es el otro coautor- o en "cada vez que me recuerdes" -escrito junto con josé maría contursi- son de muy buena factura y es agradable escucharlos.
Eliminarsaludos.
una historia conmovedora, muy humana, gracias por compartirla
ResponderEliminarbesos,
me alegra mucho que te haya agradado.
Eliminarbesos.
Qué hermosa historiaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!
ResponderEliminary supongo que hay más historias de esta naturaleza en el tango. estaré al tanto para ver si puedo darlas a conocer.
Eliminarun beso.