Con la ilusión que llevaban los chavales!!
Era un campeonato regional, pero por ser cerca de la frontera y para mayor interés, se aceptó que los chicos de un gimnasio portugués participasen también. Las normas eran claras y se pactaron de antemano: nada de golpes, sólo toques y exhibición; la mayoría de los más pequeños era la primera vez que competían, y el benjamín de todos apenas acababa de cumplir los cinco añitos.
Durante los tulles (yo ni sabía lo que era eso, mi chico me lo explicó, y también me dijo que él no quería ir a combate, solo tulles; pero el entrenador le dijo que o a todo, o a nada), todo bien. Más o menos eran equipos igualados de nivel en cada una de las categorías; niños y niñas, todos encantados y esperando a la segunda parte. Sin embargo...
La cosa empezó a calentarse cuando se vio que los portugueses traían defensas que ninguno de los de aquí siquiera había utilizado alguna vez. Hablaron los jueces y prohibieron algunas de ellas, como los cascos, pues estaba visto que "armados" de aquel modo sólo podían venir a pelear a lo bruto. Y nadie se equivocó.
Lo de los toques pactados se incumplía cada vez que uno de los chicos portugueses entraba en combate; los españoles, casi uno a uno, fueron saliendo sangrando, con piernas rotas o golpes en la cabeza. Los portugueses arrasaban y los más pequeños tenían miedo siquiera de que los nombrasen para salir al tatami. El mío vio lo que había y , aunque en un principio llegó a la final (su primer contrincante, portugués, se descuidó y acabó con un labio partido ¡¡y era mi hijo el que se lo había roto!!) , al verse frente a otro de aquellos acorazados pasó literalmente de todo y se guardó espaldas, piernas, cabeza... todo lo que pudo; llegó a dar alguna buena patada..., pero no se arriesgó y al terminar juró que no volvía a combatir. Yo me callé.
Pero la cosa iba a peor. Los ánimos de los padres y los entrenadores se iban uniendo en algo que llevó el nombre merecido: ¡¡ansia de venganza!!
El benjamín de nuestro equipo, único por su corta edad, pasó directamente a la final. Vio al portugués, dió un paso atrás, llamó a su madre y se echó a llorar. Nadie se atrevió a reirse ni a pedirle que empezase el combate. El árbitro, tras unos minutos de llantina, dió por ganador al portugués, que ni siquiera se había movido del sitio; sólo sonreía con una cara que a todos nos pareció diavólica.... La mamá tuvo que recoger al peque porque estaba paralizado y no se quitaba las manos de la cara.
La tarde ardía en la grada y ya solamente quedaba un combate, el último: la final entre los dos mayores, uno de nuestro equipo y un portugués. El ambiente que se creó alrededor de aquello no tenía nombre. Los chicos alrededor miraban hacia el tatami como si pudieran lanzar flechas de fuego con los ojos. Y los padres y entrenadores, no lo decían, pero no hacían menos que desear venganza. Comenzó el combate...
El chico español sintió en sus espaldas el peso de todo lo que había ocurrido aquella tarde. Ante la falta de respeto a las normas que habían mostrado los portugueses, y el no hacer nada por parte de los jueces, el "pueblo", en la figura del único muchacho que aún quedaba "en pie", se unió mentalmente en un grito:
-¡¡Dale!! ¡¡dale!! ¡¡más fuerte!! ¡¡así!! ¡¡acaba con él!!- (juraría que desde atrás alguno se exhaltó demasiado y le gritó "mátalo")
No hacían falta los gritos. El muchacho juró que se vengaría, aunque le costase lo que le costase. Y así lo hizo.
El portugués llevó en todas partes y de todas las maneras. Acabó en el suelo y con la nariz rota. El árbitro amonestaba al español y le repetía que eso no estaba permitido. Pero el chico no quería oirle, solamente (nos) oía a los padres y entrenadores (aunque éstos gritaban bajito...). Y le dio más, y más... hasta que el otro terminó apartándose y casi saliendo del tatami. El árbitro descalificó al chico español.
Ganaron los portugueses. Pero las que se llevó el último... En fin, no digo que él tuviera la culpa de todo, pero álguien tenía que pagar tantas lesiones.
Acabó la competición. Todos volvimos a nuestras casas. Nunca se volvió a hablar del tema.
El benjamín de nuestro equipo no volvió a participar. Mi chico sólo lo hizo en tulles. Y yo no le volví a insistir para que siguiera en clases de taekwondo.
© C.D.
No sé, a mi eso de los golpes no me gusta aunque sea deporte, en fin creo que el benjamín no estaba listo.
ResponderEliminarSaludines.
Un placer, gracias por el hongo.
Beso.
Ni el benjamín estaba listo, ni la mayoría de los padres lo estábamos. El taekwondo tal y como practicaban en el gimnasio les venía bien para, entre otras cosas, inculcarles cierta disciplina. Pero ver aquello fué un revulsivo. Hubo otros combates después de aquel, como había habido antes; pero en ninguno ocurrió nada parecido.
ResponderEliminarLo de la seta, nada, no hace falta que me des las gracias. Vi que tenías varias en tu blog y recordé esa foto, es la única seta de tal magnitud que recuerdo haber visto crecer en mi jardín.
Un abrazo!!!
Muaks!!!
Es muy difícil que los niños comprendan que es un deporte , que no hay que ir a hacer daño , el pobre benjamín vió lo que le iba a pasar y quizás eligió lomejor , si no te diviertes mejor no participar , muy mal por los entrenadores portugueses que tenían que haber hecho que sus niños las cumpliesen
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Caarsa!! Los entrenadores portugueses vieron presa fácil en los otros niños y ante la pasividad de los jueces (cosa que nadie entendía bien) alentaban a sus chicos a machacar a los demás. Yo, desde luego, no quise volver a otra competición de ese tipo.
ResponderEliminarAnoche mi chaval leyó el post y recordó aquello ¡no va y me salta con que quiere hacer kick-boxing??
A ese lo voy a kickboxear yo como no apruebe.....
Biquiños!!
las artes marciales tienen un espíritu defensivo y una filosofía de paz que las enaltece. creo que faltó un principio de autoridad por parte del árbitro para que los contrincantes se ciñeran a las reglas.
ResponderEliminarAl árbitro (-os) y a los jueces les faltó salir al tatami y enfrentarse a los chicos, padres y entrenadores no portugueses que estábamos allí.¡¡A ver si se atrevían!!
ResponderEliminarNo había eggs......